Vivimos en una sociedad cada vez más sedentaria. Pasamos horas sentados trabajando frente al ordenador, conduciendo, viendo series o navegando por el móvil. Lo que quizá no sabías es que estar mucho tiempo sentado no es lo mismo que no hacer ejercicio: son dos problemas distintos, y cada uno afecta a nuestra salud de manera independiente.
Un equipo de investigadores de la Universidad del País Vasco, junto con colegas internacionales, quiso comprobar qué ocurre en personas con hipertensión y sobrepeso en comparación con adultos sanos. Los resultados son una llamada de atención:
1. Menos ejercicio y peor sueño
Las personas con hipertensión hacían mucho menos ejercicio moderado o intenso (como caminar rápido, montar en bici o nadar). Y además, dormían peor: no solo descansaban menos tiempo, también su sueño era más interrumpido y menos reparador. Dormir mal no es un detalle menor: afecta al corazón, al peso y al bienestar diario.
2. Demasiadas horas sentados
El dato sorprendente es que tanto las personas sanas como las hipertensas pasaban muchas horas sentadas cada día. Esto confirma algo que nos ocurre a casi todos: aunque hagamos algo de deporte, seguimos pasando demasiado tiempo quietos. Y estar tantas horas sin moverse también daña la salud, aunque cumplamos con los “30 minutos de ejercicio” recomendados.
3. El poder del ejercicio supervisado
Para mejorar esta situación, los investigadores propusieron un programa de ejercicio aeróbico supervisado durante 16 semanas: dos sesiones a la semana, alternando bicicleta estática y cinta de correr. ¿Qué pasó?
- Quienes participaron en el programa declararon que se movían más y reducían el tiempo que pasaban sentados.
- Y lo más interesante: su sueño mejoró notablemente. Durmieron más minutos y, sobre todo, lo hicieron con mayor calidad. Es decir, descansaban mejor y se recuperaban más durante la noche.
Los autores —Martínez Aguirre-Betolaza, Mujika, Loprinzi, Corres, Gorostegi-Anduaga y Maldonado-Martín (2020)— recuerdan que hacer ejercicio con regularidad no solo fortalece el corazón y ayuda a controlar el peso, también mejora cómo dormimos, y el sueño es un factor clave para la salud a largo plazo.
Moverte más, sentarte menos y dormir mejor son tres hábitos que se refuerzan entre sí. Si incorporas ejercicio a tu rutina, aunque sea poco a poco, no solo ganarás en forma física: también tendrás más energía y un descanso de calidad cada noche.
No hace falta empezar con grandes cambios. Levántate de la silla cada hora, sube las escaleras en lugar del ascensor, da un paseo de 10 minutos después de comer, o apúntate a una actividad que disfrutes. Lo importante es empezar.
Recuerda: cada minuto que te mueves cuenta y cada buena noche de sueño es una inversión en tu salud futura.